Milo Bekins Faries
por Carol Vlassoff
(in English)
Milo Bekins Faries y su agradable esposa Tey se reunieron conmigo en su hogar en el bosque, a cuatro kilómetros de Londres en el camino a Cerro Nara. Nos sentamos en la galería que rodea la casa por los cuatro lados. Fiel al modo de vida de los Bekins, la casa está construida con cedro amargo y teca. Milo plantó esos árboles en su propia propiedad años atrás, con la idea de sembrar su “futura casa”. Está rodeada por jardines forestales y un canal de agua corriente que mantiene su casa sorprendentemente libre de insectos.
Milo, procedente originalmente de Los Ángeles, vino a Manuel Antonio en 1974 “en una expedición de surf recién salido de la universidad”. Habiendo obtenido su título en mercadotecnia de la Universidad Estatal de San Diego, él y algunos amigos se viajaron por medio del transporte local de México a Costa Rica, deteniéndose para practicar surf a lo largo del camino. “Ahora los surfistas vienen y alquilan un automóvil”, Milo sonríe.
“Realmente no sabía lo que quería hacer en la vida antes” dice Bekins. “Uno nunca sabe cuál es su destino hasta que lo encuentra. No lo supe hasta que vine aquí”. Explica que siempre estuvo interesado en el ecosistema, de manera que decidió permanecer y aprender acerca de los ecosistemas naturales y los métodos orgánicos sostenibles para trabajar la tierra.
Adquirió una casa pequeña y dos hectáreas de tierra por 50.000 colones (aproximadamente $6.000 dólares estadounidenses en aquella época) cerca de la escuela de Manuel Antonio y empezó a trabajar en mejorar su español. “En aquel momento no había electricidad ni agua corriente” recuerda. “Éramos once expatriados que vivían entre los campesinos de Manuel Antonio”. Con la ayuda de sus vecinos Ticos, aprendió cómo cultivar sin usar productos químicos, practica que él luego perfeccionó. Por ejemplo, sus métodos de preparación del abono orgánico han atraído la atención de investigadores agrícolas en Costa Rica.
“Después de siete años de alumbrarnos con velas” recuerda Bekins, “por fin llegó la electricidad a Manuel Antonio”. Pero a él eso tenía sus ventajas y sus desventajas. A pesar de que recibió con agrado la electrificación y el agua corriente, también lo vio como “el comienzo del final” del modo tranquilo de vida en Manuel Antonio. Dice que él no quería entrar en el negocio del turismo, de manera que se centró en su interés principal, la agricultura sostenible.
Alrededor de ese época conoció a su esposa, María Ester (“Tey”) Lezama López lo que fue una experiencia que le cambiaría la vida. Tey, una costarricense de la Isla de Chira, Puntarenas, compartía su interés por la agricultura orgánica, puesto que provenía de una familia dedicada a la agricultura. Conocerla, dice, le dio una dirección “más seria”, una dirección lo llevó a Londres y a su finca.
Bekins recuerda cómo Tey y él compraron su primera propiedad cerca del puente en Londres y comenzaron sembrar hierbas y especias para el mercado mayorista. Aunque había sólo unos pocos cultivadores de especias y hierbas en el país, no podían competir con los productos más baratos que llegaban a Costa Rica de países como la India, Sri Lanka e Indonesia, donde los costos de la mano de obra eran casi la mitad de los de aquí. Frente a este reto, Milo puso a prueba su especialización en comercialización mercadeo.
La parte más difícil de ser un agricultor, explica, es comercializar los cultivos. Sembrar, eliminar las malezas y los demás procesos son todos más fáciles. La solución que él encontró fue eliminar al intermediario y vender los productos directamente al consumidor.
La estrategia funcionó. Él y Tey comenzaron lo que Milo llama “una tienda familiar” en Quepos, llamada La Botánica, que estaba donde se encuentra Pali ahora. En los años ochenta, dice Milo, muchos hoteles y restaurantes se instalaron en la zona, con una demanda de hierbas frescas y especias secadas recientemente. “Negocios como el Plinio, el Mariposa, Si Como No y el Gran Escape comprendieron la diferencia que una especia real, recientemente secada, puede hacer a su cocina”.
Tey y él también exportaron indirectamente sus productos por medio de los turistas que compraban su mercadería exótica. “Molíamos las especias, las envasábamos y las rotulábamos, y dejábamos que los turistas exporten nuestros productos”. Esta, sonríe, fue su manera de “pensar globalmente, actuar localmente”.
Milo dice que dirigió La Botánica con éxito durante cerca de 15 años. Muchos negocios llegaron a depender de sus productos, pero esto significaba que cada año tenían que producir una gran cantidad de especias: 25 kilogramos de vainilla y 250 kilogramos de pimienta negra, por ejemplo. “Pero nada es para siempre” dice “y comenzamos a querer hacer otras cosas. En el 2005 vendimos la tienda”. De esta forma, dice, entraron en otra fase en sus vidas y contribuyeron a una “una fase más en la madurez del ecosistema“ por medio de una nueva manera de cultivar denominada “forestería análoga”.
Con el transcurso de los años, los Bekins habían adquirido la tierra donde ahora viven y Milo trabajaba ambos pedazos de tierra. Tras vender la tienda, vendieron su primera residencia y se mudaron a Finca Fila Marucha, la propiedad forestal que ahora llaman su hogar. La finca tenía 94 hectáreas, de las cuales 47 eran vírgenes; 35, bosque secundario y las 12 restantes se habían despejado para el pastoreo bovino. Bekins transformó las tierras agrícolas en bosques que diseñó para que se convirtieran en bosques análogos. La forestería análoga, explica, busca imitar la “estructura arquitectónica” del bosque original como era antes de la llegada del hombre. “Es ‘análogo’ porque ciertos cultivos exóticos son similares a la familia de lo que estaba aquí originalmente”. Mediante el estudio forestal original, Milo aprendió cómo detectar las “especies clave que hacen crecer todo”. Dice que comprenden desde las higueras hasta los mamíferos como los murciélagos, las aves y los animales. Explica que solo un 3% de la diversidad biológica de la selva pluvial son árboles. “Todas las formas de vida y las complejidades colaboran para proporcionar una gran diversidad biológica, esferas de influencia como los anillos olímpicos que están entrelazados”.
La búsqueda de Bekins de la diversidad biológica sostenible fue inspirada por el doctor Ranil Senanayke de Sri Lanka, el primero en utilizar el término “forestería análoga”. Antes de leer las obras de Senanayke, Tey y él estaban tratando diseñar un bosque que estuviera en armonía con las especies de ambiente, diversificando las especies nativas y de cultivo, pero no habían pensado en imitar la estructura del bosque original. El concepto de Senanayke era diferente de la reforestación sencilla. “Muchos desean reforestar” explica Bekins, “pero acaban por hacer reforestación industrial, plantando una sola especie como la teca y sin conseguir una gran diversidad biológica en sus plantaciones”.
Milo dice que la forestería análoga ofrece muchas ventajas: proporciona una manera prometedora de restaurar los bosques, conservar el suelo, aislar el carbono y mejorar el bienestar de las comunidades locales. Señala que cada árbol tiene una función ecológica y todos proporcionan el carbono esencial para la fecundidad del suelo forestal. La mitad de cada pedazo de madera, explica, es carbono puro y la otra mitad se encuentra en el suelo.
Los ojos de Bekins brillan cuando describe los aspectos químicos complejos de este proceso. “Los componentes de las hojas en el suelo proporcionan equilibrio y salud al bosque. Tenemos las mismas enfermedades –hongos, bacterias, etc.- que cualquier agricultor, pero en un bosque están bajo control y se las equilibra”. La forestería análoga tiene otra ventaja: proporciona al agricultor la opción de mantener su tierra y hacerla productiva, en lugar de verse físicamente y socialmente desplazado al tener que ceder a la presión extranjera de vender.
“El ecoturismo es una opción muy buena para estos agricultores y programa ambiental de servicios de pagos del gobierno proporciona incentivos financieros para la preservación ambiental”. Milo dice que Costa Rica es el primer país en el mundo en el que se paga a los dueños de tierras forestales para su preservación y la acumulación de carbono su programa. Dice que esta política le permitirá a un agricultor mantener y trabajar la tierra, destinando gran parte a la preservación forestal, con unas pocas hectáreas para la agricultura de subsistencia. Bekins participa en el consejo ambiental regional (CRACOPAC) del Área de Conservación del Pacífico Central a fin de promover este programa.
A pesar de que el principal interés de Milo es convertir sus tierras gracias a la agricultura análoga, todavía produce y vende aceites esenciales y, de una manera limitada, especias. Me invitan a disfrutar una muestra intoxicante de botellas pequeñas de cidronela, limoncillo, ylang ylang, verbena de menta y muchos aceites más de aromaterapia.
Milo, que adoptó la ciudadanía costarricense en 1987, está dedicado al servicio comunitario. Desde hace 15 años ha desempeñado muchos puestos importantes en Londres y Quepos, y ha ayudado a obtener subvenciones para proyectos locales en Londres del Municipio de Quepos. Estas iniciativas involucraron a miembros de la comunidad de Londres, tanto en su conceptualización como en su ejecución. Menciona seis proyectos que fueron llevados a cabo por miembros de la comunidad mediante estas subvenciones, incluida la construcción de una capilla en el cementerio local, la remodelación del dispensario local y los servicios de un médico dos veces a la semana, y un centro de actividades. También ayudó a organizar el servicio de recolección de basura en la comunidad de Londres. Ahora el punto central del desarrollo de Londres es la preservación del medio ambiente, un tema que es especialmente importante para Bekins.
Al preguntarle acerca de la experiencia más gratificante en su vida profesional, habla de su función de liderazgo en materia de preservación internacional por medio de la Red Internacional de Forestería Análoga, de la cual actualmente es presidente. La Red consta de 27 organizaciones no gubernamentales de todo el mundo, 23 en países en desarrollo. Milo explica orgullosamente que la Red ha elaborado normas internacionales para los productos forestales de jardín, las únicas normas de certificación del hemisferio sur en el mundo. “Esto está ayudando a superar la línea divisoria Norte-Sur” afirma. “El agricultor forestal ahora puede ofrecer un cultivo que está certificado y se puede exportar a otros países”.
Aunque no siempre ha sido fácil, los Bekins han mantenido una actitud sistemáticamente positiva. “Tratamos de vivir sin estrés, sin presiones, como se puede ver”. Milo abre los brazos para indicar el bosque pluvial sereno que nos rodea. Ahora sus dos hijos, Vivian y Esteban, han crecido y se han casado, y los dos viven en Costa Rica, Vivian en San José y Esteban en la explotación agrícola familiar. Milo dice que él y Tey son ahora “buenos abuelitos” con sus dos nietos, Milo Jr. y Alyssa. Felizmente para ellos, Alyssa vive al lado.